UNA MIRADA DESDE LA RUINA
Mane Insiburo es una anarchivista: colecciona objetos, documentos, libros, camisetas, y puede encontrarlos en una feria o en un contenedor. Ese minucioso archivo es una constelación personal donde pone en escena reflexiones sobre las narrativas del mundo.
Durante la pandemia de la COVID- 19, juntó vasos de personas que habían bebido café en Starbucks. Luego esos vasos descartables fueron transformados en elementos que forman múltiples cadenas en hélices, que aluden a un ADN sintético y también al colectivo humano.
Así conformaron una obra colgante. En la pieza está latente la simbiogénesis: los vasos descartados y sus microrrestos orgánicos cohabitan. La contingencia de la pandemia nos ha llevado a transitar en no lugares caracterizados por lo incierto, el miedo y la soledad como Starbucks. La zoonosis que produce la pandemia es una clara muestra de que no estamos a cargo ni del orden ni del espacio ni del tiempo que habitamos. Los espacios homogeneizados no permiten interactuar significativamente con otras personas, solo a través del consumo y con identidades pre ordenadas: cliente, pasajero, consumidor, etc.
Estos espacios de confluencia son ahistóricos, anónimos, cada individuo permanece algún tiempo bajo un contrato. Como dice Marc Augé:…“no es un espacio que se mida en unidades métricas sino un espacio que se mide en unidades de tiempo”. 1
Las imágenes y el audio, que se presentan en el video de la instalación pertenecen al momento de la crisis de la pandemia, confluyen en un estado confusional, paralelo a la realidad del mundo. El loop de la pieza ofrece la sensación de lo incierto de las contingencias. El diálogo con el objeto colgante de múltiples hélices no intenta demonizar estos recursos y lugares que habitan los humanos, sino más bien hacer visible una muestra de la tercera naturaleza en el siglo XXI.
Una naturaleza de lo que queda y permanece dañado. En las piezas de cintra por ejemplo, donde aparecen usuarios de redes ploteados, la artista conforma una red ontológica de dispositivos, algoritmos y conexiones. En un paredón virtual se ven las contraseñas y nombres de usuarios, una wireless fidelity wall donde conviven y transitan declaraciones de amor, odio, ánimo junto a posturas ideológicas frente a un hecho efímero.
La aceleración configura esta ontología poshumanista, donde las cosas perecen transcurrir entre usuarios humanos y bots no humanos de manera incierta. En medio de esta maraña corporativista Starbucks aparece como un intermediario entre las ideas de Insiburo y la obra especifica.
Los «No Lugares», Espacios del anonimato, Una antropología de la Sobremodernidad, Marc 1 1 Augé. Editorial GEDISA, 2000, Barcelona, España.
Sobrevuela allí el idealismo romántico de Moby Dick; Herman Melville y su trascendentalismo es la asociación que hicieron los creadores de la marca cuando aludieron al clásico literario. El contacto con la naturaleza es lo que parece estar presente, al menos los granos de café de Starbucks y su aroma tiende a combatir las noticias tóxicas que no permiten el progreso. Un olor muy natural, familiar y amigable. Keep smiling. ¿Todo tiene que tender a un fin productivo en sí mismo? La sociedad de los resultados tangibles no tiene lugar para búsquedas sutiles sin respuesta, no tiene espacio para cuestionarse como un ejercicio vital. Las preguntas que surgen de los buscadores de Google, de las identidades digitales, configuran ese cintra/ paredón. Las corporaciones como Starbucks no leen los desahogos, no responden a la inquietud, a la emocionalidad intoxicada. Como declara Insiburo: …“los milagros diarios, subirse al bondi, un perfil en una App de citas, visibilizar micro realidades, lo que se da como normal en la sociedad, no se cuestiona”. Frente a esto parece que existe cierta apatía que afecta globalmente y eso hace que la soledad, por ejemplo, que puede ser fascinante, útil y necesaria, se convierta en una pandemia invisible. En otra de las piezas Sujeto/ objeto se pone en evidencia la imposibilidad de la interacción entre un sujeto, singular y humano, y una corporación, global y no humana.
Aparecen en estas piezas una previsualización de la caída humanista, de lo imposible que se vuelve mientras se sucede esta gran aceleración, el dialogo, el acuerdo.Cada vez cobra más fuerza la frase de la artista china Cao Fei “la certeza es un nuevo lujo” , como una consigna de la 2 tercera naturaleza. Mane Insiburo ve y refleja en esta nueva contingencia como la inteligencia humana ha sido sobrevalorada desde la formula cartesiana y le ofrece a una larva la posibilidad de participar en su exposición.
Una larva Ratón de biblioteca genera un nuevo patrón de grabado y excavado, fuera del alcance antropocéntrico y toma como soporte un significativo objeto, un libro, gran soporte y medio de la cultura del humanismo. Otro símbolo corporativo que aparece en este mundo insiburiano es un muñeco multifuncional que fue sello, binocular y visor de diapositivas de Ronald McDonald, icono de la cadena de restaurantes de comida rápida. Este juguete de plástico duro fue puesto a fuego lento por la artista, que como una alquimista medieval lo derrite para transformarlo en un ícono esta vez uruguayo, el mate.La materia tiene una constante posibilidad de transformación para producir arte y además para resemantizar la iconografía.
Con la pieza Alienarium sucede algo parecido; desde la narrativa hegemónica la figura de lo otro está demonizada: extraño, extranjero, alienado, alienígena, etc. El espejo es la superficie para especular y allí mismo la artista coloca una mini colección de aliens de vidrio de colores.
El espectador se refleja entre los pequeños extraños y como es un ser consciente parece capaz de separar cosas de lo ficticio a lo real. Las pinturas cuestionan el canon de la abstracción y su presencia/ conveniencia dentro del mercado del arte.
Insiburo pinta lienzos abstractos con mucho color, manchas de pequeña escala, como protozoarios, símbolos fálicos camuflados en el entramado, estampados, etc., que posteriormente se envuelven de la vista del espectador. Les agrega capas de camisetas que recolecta en tiendas de segunda mano, generando una sensación extraña, parece arropar la pintura donde se desvanece la idea de lo bidimensional. Desafiando los límites entre disciplinas artísticas, la pintura y la escultura, lo textil y lo objetual, surgen referencias que dialogan entre sí: Street fighter, Fila, Adidas, Spiderman, Hello Kitty, Pokemon, la camiseta de Messi del Barcelona etc. Estos diálogos desestiman la trascendencia del hecho pictórico como narrativa principal, y como si fuera una nueva piel de las pinturas, abrigan, visten y protegen la fragilidad de la pintura moderna de la historia hegemónica. Es útil reconocer que el mercado global ha generado que estas marcas, signos y símbolos que estampan las camisetas, tengan su propia ontología, no son camisetas que sostienen las marcas, son marcas/entidades que se sustentan en las camisetas que recubren las pinturas.
Desde la mirada de Insiburo ocurre una simbiosis donde la pintura aloja la marca desafiando nuevos parámetros de comunicación. Las relaciones de utilidad y consumo desaparecen para formular nuevas alianzas, que dejan en tensión el lenguaje simbólico y la metáfora. La pintura también convive pero dialoga con otros elementos que también habitan la tercera naturaleza. La artista ofrece una mirada desde la ruina, y en este poscapitalismo propone un cambio en la mirada, una nueva sensibilidad. Busca aliados nuevos para dialogar, sujetos y objetos desnaturalizados que sean disidentes de su ontología supremacista.
Marcas, vasos descartables, camisetas, pinturas, contraseñas, nombres de usuarios, etc. Queda resonando que los humanos no somos insulares, somos interdependientes; y en este siglo XXI pospandemia tendremos que buscar alianzas aunque el ensamblaje sea incierto o inesperado.
Curador, octubre 2023
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